
La cicatrización de heridas es un problema frecuente en la población y tiene un impacto significativo en la calidad de vida de los pacientes. Por un lado, están las heridas crónicas que no cicatrizan, como las úlceras en las piernas, las úlceras por presión y el pie diabético. Estas condiciones suponen una importante morbilidad y requieren un manejo complejo que involucra un conocimiento profundo de los mecanismos de cicatrización.
Por otro lado, también existen problemas relacionados con una cicatrización excesiva, como las cicatrices de acné, los queloides y las cicatrices hipertróficas. En estos casos, la cicatrización es descontrolada, y su manejo también necesita un abordaje especializado, incluyendo el uso adecuado de terapias físicas. Las terapias físicas juegan un papel clave en la dermatología moderna para asistir en la correcta cicatrización, y saber en qué momento aplicarlas es fundamental.
En una reciente publicación en la prestigiosa revista International Journal of Molecular Sciences, se ha revisado en profundidad el proceso de cicatrización de las heridas, dividiendo este proceso en sus diferentes fases. Estas incluyen:
Tras revisar las fases normales de cicatrización, la publicación aborda las anomalías en el proceso, un problema frecuente en la práctica dermatológica. Las heridas crónicas y las cicatrices patológicas, como los queloides, son ejemplos de cicatrización anómala que requieren terapias físicas específicas.
El tratamiento adecuado de las heridas crónicas y las cicatrices patológicas requiere no solo un conocimiento exhaustivo de las fases de cicatrización, sino también del momento adecuado para aplicar las terapias físicas. Según el artículo publicado, las siguientes técnicas se han demostrado eficaces para promover la cicatrización:
Cada una de estas terapias físicas tiene un momento y una indicación específica en el tratamiento de las heridas. Por ejemplo, la fotobiomodulación puede ser útil en las fases iniciales de la cicatrización, mientras que los ultrasonidos de baja intensidad o la radiofrecuencia pueden tener un papel crucial en la fase de remodelación del tejido.
La publicación revisa también la evidencia científica detrás de estas terapias físicas. Los estudios recientes sugieren que la combinación de tecnologías como el láser, la terapia fotodinámica, los ultrasonidos de baja intensidad, la electroestimulación, la fotobiomodulación, la radiofrecuencia y los campos electromagnéticos puede acelerar la cicatrización y mejorar los resultados en pacientes con heridas difíciles o cicatrices patológicas.
Este es uno de mis artículos internacionales más leído en los últimos años. Ha sido un placer contribuir en este número dedicado a las terapias físicas y fuentes de luz en dermatología, dirigido por el Profesor Hamblin de la Escuela de Harvard, un reconocido experto internacional en láser de baja frecuencia o fotobiomodulación.
A pesar del gran interés que despiertan las terapias físicas en dermatología, como el láser, la radiofrecuencia, la fotobiomodulación o la electroestimulación, aún queda un amplio campo de investigación y desarrollo para su implementación efectiva en la práctica clínica habitual. Este avance será clave para maximizar su potencial en el tratamiento de diversas patologías dermatológicas.
En definitiva, esta revisión representa un avance importante en el uso de terapias físicas en dermatología, subrayando su potencial para mejorar el manejo de las heridas crónicas y las cicatrices.
Si bien los avances en terapias físicas son prometedores, es importante recordar que cada caso debe ser evaluado de forma individual para seleccionar el tratamiento más adecuado en cada etapa de la cicatrización. Las opciones disponibles en dermatología, bien aplicadas, pueden transformar el pronóstico de los pacientes con heridas complejas o cicatrices problemáticas.
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