
La Dra. Montserrat Fernández-Guarino, en colaboración con el laboratorio de electromagnetismo del IRYCIS, el servicio de dermatología del Hospital Ramón y Cajal y el profesor Stefano Bacci de la Universidad de Florencia, ha publicado un artículo de revisión sobre los avances en la fotobiomodulación (PBM) en dermatología. Este trabajo, que aparece en el International Journal of Molecular Sciences, explora los mecanismos de acción de la fotobiomodulación (PBM), también conocida como terapia de láser de baja frecuencia, y sus aplicaciones clínicas.
La fotobiomodulación es una técnica no invasiva que utiliza luces LED o láseres de baja frecuencia para activar y modular procesos biológicos y celulares en la piel. A diferencia de los láseres de alta potencia o los «normales», cuyo objetivo principal es la destrucción del tejido diana, los dispositivos de fotobiomodulación buscan estimular o modular el tejido de manera más sutil. Esta tecnología emplea longitudes de onda en el espectro visible y el infrarrojo cercano, principalmente luces rojas (620-700 nm) e infrarrojas (700-1440 nm), y se ha demostrado su efectividad en tratamientos regenerativos y antiinflamatorios.
El estudio revisa los mecanismos fundamentales de la fotobiomodulación, basados en la absorción de la luz por cromóforos en la piel. Estos cromóforos, como la citocromo c oxidasa, juegan un papel crucial en la cadena de transporte de electrones en las mitocondrias, lo que lleva a la producción de ATP, una molécula clave para la energía celular. Al ser irradiadas con luces LED o láseres de baja intensidad, las células cutáneas experimentan una mejora en su capacidad regenerativa, y los procesos inflamatorios disminuyen sin provocar daño térmico o citotóxico.
La fotobiomodulación ha demostrado resultados prometedores en una variedad de aplicaciones dermatológicas:
El artículo resalta las distintas formas de aplicar la luz en tratamientos de PBM, que pueden utilizar matrices de LEDs o fuentes de luz individuales. Las luces rojas son particularmente útiles para tratamientos superficiales, como el rejuvenecimiento cutáneo o el tratamiento de manchas y arrugas, mientras que las luces cercanas al infrarrojo permiten actuar a mayor profundidad, favoreciendo la regeneración de úlceras y lesiones más complejas.
Aunque la luz azul ha sido propuesta y estudiada como una opción de fotobiomodulación debido a su capacidad antimicrobiana, el artículo advierte sobre su uso por la cercanía al espectro ultravioleta. Si bien es efectiva en la eliminación de bacterias, el riesgo de generar radicales libres y posibles daños en el ADN celular la hace una opción controvertida para tratamientos dermatológicos, especialmente por su posible capacidad de inducir cáncer de piel a largo plazo. En una revisión reciente de Fotobiomodulación en la revista de la Academia Americana de Dermatologia (JAAD), se excluyen ya la luz azul del concepto de Fotobiomodulación.
El trabajo concluye que, aunque la fotobiomodulación ofrece una alternativa terapéutica segura y eficaz en dermatología, es fundamental seguir investigando para estandarizar los protocolos y maximizar los beneficios clínicos. Los avances en el diseño de fuentes de luz y el perfeccionamiento de los parámetros de tratamiento abrirán nuevas oportunidades para su uso en diversas patologías de la piel.
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